El planeta más alejado del Sistema Solar, tal y como lo conocemos ahora, es Neptuno. Se trata de un gigante gaseoso de unos 48 600 km de diámetro que aún esconde muchos misterios, entre ellos un interior caliente que hace que no sea el planeta más frío. Se le supone un núcleo rocoso rodeado de una mar de agua y metano líquidos. Está rodeado por una gruesa atmósfera compuesta principalmente de hidrógeno, metano y otros gases. Cuenta con 13 lunas conocidas y un oscuro sistema de anillos, que se descubrió en 1990 con la sonda Voyager 2, que pasó junto a él antes de adentrarse en el frío medio interestelar.
Fue descubierto el 23 de septiembre de 1846, tras una larga batalla matemática que duró más de un siglo y medio. La aventura comenzó con Newton, e involucró a los más importantes matemáticos que le sucedieron, como Laplace y Lagrange, que hubieron de desarrollar la Ley de Gravitación de Newton y dejar el terreno allanado para dilucidar ciertas irregularidades observadas en el movimiento de Urano alrededor del Sol. Para explicarlos, los matemáticos Le Verrier y Adams predijeron la existencia de un planeta nuevo, siendo ambos capaces de dar su posición exacta para que fuera descubierto por los astrónomos. El primero en confirmar su hallazgo, desde Alemania, fue Galle, aunque también lo pudieron observar con telescopio de manera independiente Challis desde el Reino Unido y, desde Italia, ¡Galileo Galilei!, en 1612, quien registró su posición al haberlo observado de manera accidental, confundiéndolo con una estrella.
De este modo, el descubrimiento de Neptuno sirvió para confirmar la Ley de Gravitación de Newton, por lo que no podríamos entender su importancia en la época, a no ser que lo comparáramos con el descubrimiento del bosón de Higgs o de las ondas gravitacionales, más recientemente y que han vuelto a confirmar, una vez más la teoría de la Relatividad General de Einstein… Lo más estremecedor del caso es que fue descubierto, primero, en el papel y mediante cálculos matemáticos. Tal como expuso John Herschel dos semanas antes de su descubrimiento observacional, a la Asociación Británica, en 1846, “le vemos como Colón vio la América desde las playas de España”.